domingo, 5 de octubre de 2008

Al Imperio se le agota las ideas y los recursos


De no impedirlo el Congreso las medidas que va a adoptar el gobierno norteamericano están vencidas antes de llevarse a cabo. Es un parche que ha sido aplicado durante quince años en Europa y que al final ha agravado más la crisis.

La crisis actual no se ha generado espontáneamente ni de la noche a la mañana y que por lo tanto haya podido coger de sorpresa a los estados. Además no estamos frente a una sola crisis; aunque, todas ellas se complementan y se estimulan entre sí: Inmobiliaria, energética, y financiera están interrelacionadas y cimentadas por diversas vías con la aparición de China en el mercado mundial.

Atacar a un frente como puede ser el financiero descuidando los demás no conduce mas que, de nuevo una de las otras, la más avanzada irrumpa arrastrando otra vez a las demás y como quiera que al fondo está China, el problema se complica hasta perturbar la mente de los llamados expertos y de los gobiernos, como le ocurre a EE.UU.

Nuestro país nos aclara la situación. Desde 1992 vivimos en una crisis perpetua, su origen hay que buscarlo en la quiebra de las inmobiliarias japonesa, a través de la cual el capital financiero e industrial de dicho imperio se precipitó en el abismo, contrayendo una fuerte deuda externa que afecta al dólar y por ende a los depósitos de divisas sustentados en dicha moneda.

En un mundo concatenado la recesión dada en un imperio produce el efecto dominó y aunque las consecuencias no se manifiesten en las demás naciones de manera inmediata, sí lo hace poco a poco hasta que explota. Entre 1998 y 2002, cuando aún no se había rehecho de la crisis del 1992 y por derivación de la crisis nipona, Europa occidental llega a sentir su influjo con pérdidas importantes en el sector industrial francés, español etc. y especialmente en el financiero alemán. Pero no hay que olvidar que junto a estos factores, la competencia de China que aprovecha la debilidad de Europa y EE.UU. para introducir sus productos baratos y para adquirir grandes cantidades de materias primas que ambos mercados no estaban en condiciones de consumir (para la elaboración del acero) hace que la crisis se torne en estructural y casi imposible de sofocar. EE.UU. y Europa confirman que la aparición de China en el mercado mundial ha significado el cierre de muchas de sus empresas. En España los sectores del mueble y del calzado acreditan tales afirmaciones

Los gobiernos optan por cubrir las apariencias dado que les era imposible atajar de raíz las distintas crisis. La pregunta obligada es la siguiente ¿Por qué Europa y EE.UU  tras las experiencias de Japón no ponen coto a los males muy a pesar de que los bancos nacionales alertaban del inminente peligro?

Las ramas económicas capitalista una vez incursas en la dinámica de la oferta  de la demanda no pueden frenar ni dar marcha atrás como lo demuestran las sucesivas crisis. La producción es anárquica debido a una competencia despiadada. El burgués no puede hacer otra cosa que dejarse llevar e intentar que el daño que sufra sea el menor posible o cuando menos le llegue lo más tarde.

El conjunto de las causas de la crisis que confluían desde 1992 solo podía frenarse o alargar su agonía a través del consumo del pueblo, que en definitiva es siempre la clave para superar los momentos dificultosos. Pero ¿Cómo hacer que el consumo popular se amplíe en épocas de depresión, si la principal medida de los gobiernos para paliarla es la congelación directa o indirecta de los salarios? Tampoco olvidemos que la sustitución de la  peseta por el euro provocó el encarecimiento inusitado de los productos de consumo de primera necesidad.

La solución encontrada consistió en ofrecer la posibilidad a los consumidores de reunir sus débitos en un solo préstamo que se prolongará hasta el infinito, única oportunidad para que al trabajador depauperado obtuviera “sobrante” de su mísero salario, de lo contrario, el consumo hubiese caído en picado y la crisis se habría adelantado y agravado. Medida que aparece en escena como una aplicación para el beneficio popular; no obstante, fue concebida para encubrir la crisis. Los bancos la asumen y apoyan sin reservas a las empresas re unificadoras.

Así pues, durante unos años el consumo popular se incrementó espectacularmente. El capitalismo salvó el pellejo entretanto, soslayando que no se solucionaba la crisis sino que se ahondaba más en ella como está ocurriendo en estos momentos y que otras continuaban desarrollándose reclamando su turno para salir a flote.

Los EE.UU. lo tienen demasiado difícil. Por un lado China le niega créditos. La extracción de sus barriles de petróleo tiene un coste superior al importado y su moneda es cada vez más repudiada por los países, perdiendo su supremacía. Al estado norteamericano se le ha agotado sus recursos salvo la guerra y por consiguiente también se le han acabado las ideas. Su alternativa es una vuelta atrás ¿qué otra cosa puede hacer, si no prolongar la agonía hasta  estudiar otras posibilidades?

Las medidas tomadas son idénticas a la reunificación de deudas en España y otros lugares de Europa que han dado los resultados actuales. El Estado le compra a los bancos sus activos infectados, o sea, las viviendas e inmuebles en general embargados (casas, naves) y el mismo Estado se encarga de negociar con los deudores el pago de la deuda, que evidentemente no puede ser de otra forma que prolongando en interminables años la satisfacción de la hipoteca. Nuevamente y con apariencias de beneficiar al pueblo se le da aliento al gran capital, sumiendo al sector público en una crisis sin salida.

Hay quienes auguran la quiebra a medio plazo del Estado, que se ha convertido en una colosal financiera re unificadora de préstamos, pero con demasiados flancos a la defensiva: 500 mil soldados en el mundo, la perdida de influencia del dólar, su cada vez mayor dependencia energética, el fortalecimiento monetario europeo, las alianzas antinorteamericana Rusia-Venezuela, Venezuela China, considerando a Venezuela punta de lanza de Latinoamérica, pero sobretodo, el avance impetuoso de China que ya ocupa un lugar preponderante en el mercado mundial desplazando a EE.UU. No en balde los grandes sabios de Alemania (primera potencia europea) nos adelantan que estamos ante la decadencia del imperio norteamericano y en presencia de un cambio en el orden mundial.

Es evidente que los imperios no son tontos y si escogen un camino “extraviado” e invalidado por la experiencia (en este caso muy reciente) debe ser porque necesita un respiro para “pensar”. ¿No será ésta medida una tregua para preparar condiciones para nuevas incursiones bélicas, como en los casos de los Balcanes, IRAK, Afganistán etc.?  Pronto tendremos ante nosotros una larga lista de países que practican el mal ¿Qué otra salida?
ISKRA DIGITAL - PCOE